Peer Steinbrück
Ministro de Finanzas (2005-2009)
El Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) presentó como aspirante a canciller en las elecciones federales de septiembre de 2013 a Peer Steinbrück, un avezado y vehemente ex ministro de Finanzas que hasta hacía cuatro años había sido un estrecho socio de gobierno de Angela Merkel, a la que ahora disputaba el poder desde la oposición.. Steinbrück agotó una campaña complicada y un tanto errática en la que intentó presentarse como una alternativa al Gobierno de democristianos y liberales, que exhibía los logros del impacto atenuado del segundo embate de la Gran Recesión, las bajísimas cifras del paro y un balance fiscal al borde del déficit cero, muestras todas de la fortaleza de la economía germana. Lanzando guiños ora a la izquierda, ora al centro, y haciendo bandera de la "justicia social", el candidato basó sus promesas en la corrección de las precariedades que, como ponía de relieve el mercado laboral, dominado por los minijobs, se escondían tras el cacareado "milagro alemán", el cual, criticaba el SPD, había generado mucha desigualdad.
Miembro del ala liberal y más conservadora del SPD, y ligado a figuras de la talla de Helmut Schmidt, Johannes Rau y Gerhard Schröder, el sexagenario Steinbrück acumuló experiencia en las burocracias federal y de los länder antes de convertirse en ministro-presidente de Renania del Norte-Westfalia en 2002. Tres años después recibió la influyente cartera de Finanzas en el Gobierno Merkel de Gran Coalición entre su partido y la CDU/CSU. Desde 2005, Steinbrück, sintonizando bien con Merkel, aplicó la continuación de hecho de la Agenda 2010, el ambicioso programa de reformas estructurales lanzado por Schröder para reducir los costes del Estado del bienestar, pero a partir de 2008, con la llegada de la crisis financiera, se volcó en el rescate y saneamiento de la banca privada, que consiguió superar el terremoto venido de Estados Unidos. Los gigantescos desembolsos orquestados por su Ministerio reservaron una partida menor y tardía a los paquetes de estímulo económico. Aun a riesgo de agravar la recesión, el socialdemócrata Steinbrück se mostraba reacio a las recetas de corte keynesiano (en contraste con los laboristas británicos y los demócratas estadounidenses) por su capacidad de desbaratar los balances de déficit y deuda, si bien, por otro lado, defendió con ardor unas mayores transparencia y regulación de los mercados financieros.
Al estar concentrado en su hercúlea labor gubernamental, Steinbrück, conocido por su verbo mordaz e incontinente, salió indemne de la aguda crisis de liderazgo e identidad que vivió en estos años el SPD, el cual sufrió un descalabro histórico en las elecciones federales de 2009. Desde la oposición, Steinbrück conformó en el SPD un triunvirato dirigente de facto junto con Sigmar Gabriel, el nuevo presidente, y Frank-Walter Steinmeier, el jefe de la bancada en el Bundestag. A lo largo de la legislatura, la troika socialdemócrata articuló una oposición blanda, o cooperativa, al segundo Gobierno Merkel, apreciable en su respaldo a la canciller en la adopción del Pacto Fiscal Europeo y el rechazo a los eurobonos.
Tras ser proclamado a finales de 2012 cabeza de lista por su partido, Steinbrück presentó un programa que propugnaba el aumento de la presión fiscal a las rentas más altas, la mejora de las condiciones laborales y salariales de los trabajadores, mayores gastos en educación e investigación, y el fomento de la nueva economía digital para conseguir tasas apreciables de crecimiento. Sobre la política europea seguida por Berlín, reclamaba una menor rigidez en las recetas de austeridad prescritas a los socios en apuros del euro, a fin de que los objetivos de reducción de déficit fueran compatibles con las políticas de crecimiento. A la zaga en los sondeos, el postulante y su partido apostaban por un Gobierno con Los Verdes y decían cerrar las puertas a la Gran Coalición, fórmula a la que Alemania, sin embargo, estaría abocada de nuevo si el socio actual de Merkel, el FDP, se desplomaba y la opción roji-verde tampoco alcanzaba la mayoría absoluta. Ahora bien, la grosse koalition era, precisamente, el modelo de Gobierno preferido por los encuestados. Otra posibilidad, una alianza tripartita con el partido de La Izquierda, integrado por disidentes del SPD y los ex comunistas del Este, era rechazada de plano por Steinbrück.
Finalmente, el 22 de septiembre de 2013 el SPD sólo experimentó una ligera recuperación y sucumbió estrepitosamente ante la CDU/CSU. Steinbrück respondió del fracaso dimitiendo de todos sus cargos salvo el escaño en el Bundestag, aunque luego alentó la entrada de su formación en una nueva Gran Coalición con Merkel, que inició su andadura en diciembre con Gabriel en el puesto de vicecanciller.
(Texto actualizado hasta diciembre 2013)
1. Tres décadas de servicios en el Gobierno Federal y los ejecutivos regionales de Schleswig-Holstein y Renania del Norte-Westfalia
2. Ministro federal de Finanzas en el primer Gobierno Merkel de Gran Coalición
3. Candidato a canciller del SPD en las elecciones de 2013
1. Tres décadas de servicios en el Gobierno Federal y los ejecutivos regionales de Schleswig-Holstein y Renania del Norte-Westfalia
Nacido en Hamburgo en el segundo año de la posguerra e hijo de un arquitecto de fe protestante, su mal rendimiento escolar, que le obligó a repetir varios cursos (según el Frankfurter Allgemeine Zeitung, el alumno suspendía reiteradamente en matemáticas, latín y griego) retrasó la conclusión de la educación secundaria hasta cumplidos los 21 años, en 1968. A continuación, el joven prestó el servicio militar obligatorio en la Bundeswehr, donde fue instruido como oficial de caballería en la reserva. Admirador de Willy Brandt, en 1969 Steinbrück se afilió al Partido Socialdemócrata (SPD) y a partir de 1970, una vez licenciado del servicio de armas, estudió Economía y Sociología en la Universidad Christian Albrecht de Kiel (CAU). Tras graduarse en 1974, le salió un empleo temporal como técnico en el Ministerio Federal de Transportes, concretamente en el área de Ordenación Territorial y Planificación Regional. Al año siguiente se casó con Gertrude Isbary, con la que iba a tener un hijo y dos hijas.
En 1976 el Gobierno, entonces mandado por el canciller socialdemócrata Helmut Schmidt, no le renovó el contrato laboral aduciendo "motivos de seguridad". Según parece, la Policía, que estaba al tanto de sus visitas regulares a la RDA para visitar a familiares que vivían allí, sospechó erróneamente de algún posible vínculo suyo con la banda terrorista Fracción del Ejército Rojo (RAF) en Kiel. Una vez aclarado que su expediente personal estaba limpio, y no sin pasar unos meses en el paro, Steinbrück fue vuelto a contratar por el Gobierno de Bonn, en cuyos departamentos ganó ascensos y obtuvo la confianza de los más altos funcionarios con mucha rapidez. Ya en 1977 fue reclutado para el gabinete de asistentes de Hans Matthöfer, el ministro de Investigación y Tecnología y uno de los dirigentes del SPD. En 1978 continuó con el sucesor de Matthöfer en el Ministerio, Volker Hauff, y ese mismo año accedió a los despachos de la Cancillería Federal como auxiliar adjunto al equipo de Schmidt.
En 1981 obtuvo un puesto técnico en el departamento económico de la Representación Permanente de la RFA en Berlín Oriental, actividad que facilitó sus encuentros con la parte de la familia, la de la rama paterna, que residía en la RDA. Antes de terminar 1981 estuvo de vuelta en Bonn y reanudó sus cometidos de asistente ministerial, poniéndose al servicio esta vez del titular federal de Investigación y Tecnología, Andreas von Bülow. En 1982, la caída del Gabinete Schmidt por el cambio de alianzas del socio del SPD, el Partido Liberal Demócrata (FDP), que abrió las puertas del Ejecutivo a los democristianos de Helmut Kohl, interrumpió la hoja de servicios en el Gobierno Federal de Steinbrück, que tras las elecciones generales de 1983, perdidas por el SPD con Hans-Jochen Vogel de cabeza de lista, se reubicó en el grupo parlamentario del partido en el Bundestag, donde ejerció de coordinador de trabajo en el ámbito de la protección del medio ambiente.
En octubre de 1985 Steinbrück se trasladó al Ministerio de Medio Ambiente, Planificación y Agricultura del estado de Renania del Norte-Westfalia, gobernado por el SPD, donde fungió de asesor para asuntos económicos. En diciembre de 1986, repitiendo la secuencia ascendente de ocho años antes en Bonn, pasó a trabajar directamente para el jefe del Ejecutivo regional, el ministro-presidente Johannes Rau. Steinbrück fue el jefe de Gabinete de Rau hasta junio de 1990, fecha en que abandonó el Gobierno de Düsseldorf para ocupar el primer cargo ejecutivo de su carrera y en el land federal donde había transcurrido parte de su juventud, Schleswig-Holstein. En el Gobierno de Kiel, presidido desde 1988, al cabo de una larga hegemonía democristiana, por Björn Engholm, el ya cuarentón empezó siendo secretario de Estado del Ministerio de la Naturaleza, Medio Ambiente y Desarrollo Regional. Dos años más tarde fue transferido al Ministerio de Economía, Tecnología y Transportes.
Trabajar con Engholm, quien en 1991 reemplazó a Vogel en la presidencia del SPD, dio un impulso a la carrera de Steinbrück, hasta ahora más burocrática que política. En mayo de 1993 Engholm hubo de dimitir al verse salpicado por el escándalo Barschel y su sucesora en el Gobierno de Schleswig-Holstein, Heide Simonis, hizo una remodelación ministerial que adjudicó a Steinbrück la cartera de Economía, Tecnología y Transportes, sustituyendo al hasta ahora su jefe directo, Uwe Thomas. En octubre de 1998 Steinbrück retornó a la política renana como ministro de Economía, Tecnología y Transportes en el Gobierno estatal de Wolfgang Clement, quien en mayo anterior había tomado el testigo a Rau, el cual a su vez iba a convertirse meses después en presidente federal.
El cambio de administración estatal para Steinbrück coincidió con la llegada a la Cancillería Federal de Gerhard Schröder, el hasta entonces ministro-presidente de Baja Sajonia, quien forjó un Gobierno de coalición con Los Verdes. Con Schröder como candidato a canciller y Oskar Lafontaine de presidente -y desde ahora también ministro de Finanzas-, el SPD ganó sus primeras elecciones federales desde 1972 y derrotó a Kohl, el canciller de la reunificación, al quinto intento. En las cuatro elecciones anteriores, las de 1983, 1987, 1990 y 1994, el poderoso Kohl había hecho morder el polvo sucesivamente a Vogel, Rau, Lafontaine y Rudolf Scharping.
El 22 de febrero de 2000 Clement nombró a Steinbrück ministro de Finanzas en sustitución del sindicalista Heinz Schleusser, quien se encontraba enfermo e iba a fallecer poco después. En las elecciones del 14 de mayo al Landtag del estado, vueltas a ganar por el SPD, Steinbrück consiguió su primer mandato legislativo, tras lo cual, a finales de junio, fue renovado en su puesto ministerial en el segundo Gabinete Clement, que siguió siendo de coalición con Los Verdes. La coalición roji-verde de Schröder obtuvo la reválida en las elecciones federales del 22 de septiembre de 2002. A continuación, el 22 de octubre, el canciller y presidente del partido alineó un segundo Gabinete que incorporó a Clement como ministro de Economía y Empleo. Su sucesor natural en el Gobierno de Renania del Norte-Westfalia era Steinbrück, quien tomó las riendas como ministro-presidente el 6 de noviembre.
2. Ministro federal de Finanzas en el primer Gobierno Merkel de Gran Coalición
En las elecciones al Landtag del 22 de mayo de 2005 la Unión Cristiano Demócrata (CDU) de Jürgen Rüttgers superó ampliamente al SPD y sacó escaños suficientes como para formar un Gobierno de coalición mayoritario con los liberales. Pilotado por Steinbrück, que el 22 de junio cedió el puesto de ministro-presidente a Rüttgers, el SPD regional obtuvo sus peores resultados desde 1954. La dolorosa derrota en Renania del Norte-Westfalia, el land más populoso e industrializado de Alemania, e intocable bastión socialdemócrata desde 1966, tuvo consecuencias fulminantes en la política federal, pues Schröder y el presidente del SPD desde 2004, Franz Müntefering, se apresuraron a anunciar elecciones generales anticipadas para la vuelta de las vacaciones de verano.
Ubicado en el ala más moderada del partido, Steinbrück venía distinguiéndose como uno de los más fervientes defensores de la Agenda 2010, el ambicioso paquete de reformas estructurales lanzado en 2003 por el Gobierno Schröder para reducir las cargas sociales del Estado del bienestar germano, abaratar los costes laborales y sanear las finanzas federales. La nueva estrategia, que debía relanzar y modernizar la economía alemana, mejorar su competitividad y generar empleo en una coyuntura de crecimiento nulo, déficit excesivo y paro elevado, y que incluía medidas tan polémicas como los recortes en las prestaciones de la sanidad y las pensiones, una fuerte bajada del impuesto sobre la renta y una profunda desregulación del mercado laboral, puso de relieve el deslizamiento del SPD hacia posiciones de centro liberal, ya asomadas antes de las elecciones de 1998, cuando Schröder se presentó a las mismas blandiendo el concepto pragmático del Neue Mitte (Nuevo Centro), totalmente inspirado en la Third Way del laborismo británico.
Ahora, la ejecución de la Agenda 2010 aceleró la escisión del ala izquierda del partido que encarnaba el entorno de Oskar Lafontaine, la cual, en enero de 2005, se constituyó en grupo independiente con el nombre de Trabajo y Justicia Social-La Alternativa Electoral (WASG). El complicado resultado de las elecciones federales del 18 de septiembre de 2005, saldadas en un empate técnico entre la CDU/CSU y el SPD, impuso la fórmula, inédita desde 1969, del Gobierno de Gran Coalición. El 22 de noviembre, luego de aceptar Schröder retirarse de la escena para desbloquear la crisis poselectoral, tomó posesión el Ejecutivo de democristianos, socialcristianos bávaros y socialdemócratas, con la líder de la CDU, Angela Merkel, de canciller y una serie de ministerios clave en manos del SPD.
Steinbrück, cuya identificación con la Agenda 2010 y la plataforma centrista de Schröder invitaba a augurar un buen entendimiento con democristianos y socialcristianos, recibió la siempre poderosa e influyente cartera de Finanzas, que desde 1999, cuando la dimisión de Lafontaine, venía portando su correligionario Hans Eichel. El natural de Hamburgo dejó su escaño en el Landtag de Renania del Norte-Westfalia al incorporarse al Gabinete Merkel, donde Müntefering era el vicecanciller y Frank-Walter Steinmeier, hasta ahora jefe de la Cancillería de Schröder, el ministro de Exteriores. Días antes de la jura del nuevo Gobierno Federal, el SPD escenificó su revitalización, a la postre fallida, al elegir a Matthias Platzeck, el jefe del Gobierno de Brandeburgo, para el puesto de presidente ejecutivo en sustitución de Müntefering, quien declinó presentarse a la reelección. Un Congreso celebrado en Karlsruhe consagró a la nueva cúpula del SPD, en la que Steinbrück pasó a ocupar un lugar descollante en calidad de vicepresidente.
Gracias a Steinbrück y a Müntefering, la química prendió desde el primer día en las relaciones con los socios democristianos. Hablando indistintamente de "nueva economía social de mercado", Merkel y su responsable de Hacienda acometieron una reforma del Estado federal, lanzaron una campaña de privatizaciones, invirtieron en I+D, subieron el IVA y el tipo máximo del impuesto sobre la renta, retrasaron la edad de jubilación de los 65 a los 67 años y simplificaron la Seguridad Social con alzas en las cotizaciones.
Las realizaciones económicas no se hicieron esperar, al obtenerse un crecimiento del PIB del 3% anual, la moderación del paro por debajo del 10% y los cuatro millones de afectados, y el regreso de los números verdes al déficit público, tras haber superado el tope del 3% fijado por el Pacto de Estabilidad y Crecimiento (PEC) de la UE durante cuatro años seguidos; la deuda pública, en cambio, siguió por encima del 60%. Steinbrück, que cimentó ahora su reputación de político lenguaraz, no tiró de falsa modestia a la hora de valorar los resultados de las políticas del Gobierno, y, por ejemplo, se jactó del éxito recaudatorio de su campaña contra el fraude fiscal y la evasión tributaria. En 2006 el país recuperó su papel como locomotora de la economía europea y comenzó a hablarse del "segundo milagro económico alemán". Antes de que a finales de 2007 los nubarrones económicos empezaran a cernirse de nuevo sobre Alemania, el SPD se sumió en una profunda crisis de la que Steinbrück salió indemne, si no reforzado.
Los sobresaltos empezaron para el SPD en abril de 2006, cuando, de manera totalmente inesperada, Platzeck dimitió aduciendo motivos de salud. En mayo, un Congreso extraordinario en suelo berlinés eligió como nuevo líder a Kurt Beck, el ministro-presidente de Renania-Palatinado, partidario de perfilar mejor la identidad socialdemócrata del partido, aunque no al precio de dar al traste con la Gran Coalición. En octubre de 2007, el hundimiento en los sondeos de intención de voto, la indefinición de la línea programática oficial del partido y la irrupción amenazadora de Die Linke, el nuevo partido nítidamente de izquierdas nacido de la fusión del WASG y los ex comunistas germanoorientales del Partido del Socialismo Democrático (PDS), con Lafontaine y Lothar Bisky de capitanes, agudizaron las tensiones internas. De cara a la opinión pública y el electorado, el SPD se mostraba incapaz de ofrecer un liderazgo solvente y de aclarar su proclama de principios ideológicos.
Por un lado, Steinbrück, Steinmeier y Platzeck abogaban abiertamente por continuar por la senda de las reformas "modernizadoras" y el ajuste fiscal para sanear las cuentas públicas y garantizar las prestaciones de la Seguridad Social del futuro. Esta era la tesis central de un libro-manifiesto firmado por los tres y que llevaba por título Auf der Höhe der Zeit: Soziale Demokratie und Fortschritt im 21. Jahrhundert (A la altura de los tiempos: democracia y progreso social en el siglo XXI). En contra se posicionaron el sector en torno a Andrea Nahles, antigua líder de las Juventudes de partido, los Jusos, y exponente de su ala izquierda, y las bases radicales, a los qué Beck, tímidamente, vino a dar la razón al admitir la necesidad de hacer cambios en la Agenda 2010 para impedir que las desigualdades sociales, la brecha entre ricos y pobres, siguieran creciendo.
A últimos de octubre de 2007 Beck fue masivamente refrendado en la presidencia por un congreso ordinario en Hamburgo y que supuso también la reelección de Steinbrück en una de las vicepresidencias. El giro a la izquierda del SPD, que disgustó a democristianos y socialcristianos, quedó deslucido en noviembre por la abrupta dimisión de Müntefering como vicecanciller y ministro de Trabajo y Asuntos Sociales por motivos, aseguró, "exclusivamente familiares", pues quería dedicarse al cuidado de su esposa, enferma de cáncer. El nuevo vicecanciller, sin descargo del Ministerio de Exteriores, fue Steinmeier, quien no supo o no quiso mantener la sintonía con Merkel en el Gabinete. En septiembre de 2008, el vendaval de críticas por haber incumplido su promesa de no llegar a acuerdos de gobierno en los länder con Die Linke precipitó la renuncia de Beck, quien fue reemplazado por Müntefering, presidente de la formación por segunda vez en tres años, al tiempo que Steinmeier lanzaba su candidatura a canciller en las elecciones federales de 2009, la cual fue aprobada y proclamada por el partido en octubre.
Aunque su postura programática y estratégica estaba bien clara, Steinbrück experimentó estas trifulcas partidarias un poco desde la barrera, lo que le ahorró un desgaste político pernicioso precisamente ahora en que una inclemencia económica de enormes dimensiones requería de todas sus energías y capacidades. Y es que en 2008 los desencuentros dentro del SPD y en la Gran Coalición con la CDU/CSU se vieron sorprendidos por las ondas sísmicas del naufragio de Lehman Brothers en Estados Unidos, que estremecieron a la banca privada germana entre las que más en Europa.
Los aprietos acuciaron al Gobierno por el desplome de la producción y la quiebra inminente del banco hipotecario muniqués Hypo Real Estate (HRE), que a finales de septiembre hubo de ser rescatado con aportaciones de un consorcio formado por el Estado y otros bancos privados, y créditos avalados por el Gobierno por un total de 35.000 millones de euros. El aparatoso salvamento del HRE dejó en una posición embarazosa a Steinbrück, pues pocos días antes el ministro se había congratulado en el Bundestag de la buena salud del sistema bancario alemán. Sin embargo, una vez asimilada la macrooperación, la opinión pública tendió a felicitar al Gobierno por su diligencia.
En las semanas y meses siguientes, el Ministerio de Finanzas garantizó de forma ilimitada todos los depósitos de particulares, presentó un plan de ayudas a la banca con problemas de liquidez por valor de 500.000 millones de euros, nacionalizó el 25% del Commerzbank y formalizó, en noviembre de 2008 y enero de 2009, dos paquetes anticrisis de 31.000 y 50.000 millones, respectivamente.El masivo socorro bancario frenó las amenazas al sistema financiero, y Steinbrück, con sus llamamientos a la calma, contribuyó personalmente a sofocar este fuego. Pero las medidas de estímulo, consideradas cicateras por la opinión pública y la patronal, llegaron muy tarde: Alemania se declaró en recesión en el tercer trimestre de 2008 y entre enero y marzo de 2009 el retroceso del PIB alcanzó el 3,5% intertrimestral (el 6,7% interanual). Los números negativos acabaron pronto, en el segundo semestre del año, si bien 2009 cerró con una contracción media del 5%, la mayor desde la Segunda Guerra Mundial, mientras que el déficit, luego de alcanzarse el equilibrio presupuestario en el ejercicio anterior, volvió a rebasar el 3%.
Sobre Steinbrück llovieron las críticas por no haber actuado contra la recesión en ciernes con la misma rapidez de reflejos que a la hora de entibar a la banca privada. Lo cierto era que el ministro no se sentía nada cómodo haciendo inyecciones fiscales de emergencia al más puro estilo socialdemócrata, y descargó su frustración poniendo de vuelta y media a los gobiernos de los aliados occidentales que no tenían empacho en abrir el grifo de los estímulos tanto como fuera necesario, con tal de esquivar la Gran Recesión. En septiembre de 2008, en vísperas del rescate y nacionalización de hecho del HRE, Steinbrück culpó desde el Bundestag a la Administración republicana de George Bush en Estados Unidos de haber provocado, con su política de no intromisión en los negocios especulativos de alto riesgo como los de las hipotecas subprime y los hedge funds, la peor crisis financiera internacional "en décadas", y pronosticó de paso que la reacción en cadena desatada por la quiebra de Lehman Brothers iba a costar a Estados Unidos "su condición de superpotencia en el sistema financiero mundial".
Tres meses después, en diciembre de 2008, Steinbrück, en una entrevista para Newsweek, volvió a generar polémica al arremeter contra el "keynesianismo grosero" del Gobierno laborista británico de Gordon Brown. El ministro alemán lanzaba sus dardos contra Londres cuando denunciaba lo insensato de "quemar dinero sin lograr efectos significativos, para al final encontrarte con un presupuesto cargado de deudas". Steinbrück certificó que era el ministro del SPD más próximo a los planteamientos de Merkel al coincidir con la canciller en la reclamación de una mayor transparencia y regulación de los mercados financieros, cuestión principal, junto con los paquetes de estímulo masivo, de sus recriminaciones a las potencias anglosajonas. En la misma línea, no ahorró críticas al secretismo de los bancos suizos y a los paraísos fiscales.
En marzo de 2009, semanas antes de anunciar, pese a haber asegurado que Alemania de ninguna manera daría ese paso por parecerle "de locos", la creación de "bancos malos" para sanear el sector bancario retirando de sus balances de cuentas activos tóxicos por valor de 200.000 millones de euros, Steinbrück puso en guardia a los bancos centrales, en particular a la Reserva Federal, por los posibles repuntes inflacionistas que pudieran provocar las "elevadas" inyecciones de capital, con dinero fresco impreso a tal efecto, a los mercados necesitados de liquidez. Meses después, sin embargo, el ministro consideró correcta la decisión del Banco Central Europeo (BCE) de prestar 442.000 millones de euros con tipos de interés baratos a un millar largo de bancos de la Eurozona, los cuales, puntualizó, debían en correspondencia reabrir el grifo del crédito. En líneas generales, el responsable de la Hacienda germana no veía con buenos ojos la adopción de respuestas comunes, intergubernamentales, para los quince países que entonces conformaban la Eurozona.
Con Steinmeier de cabeza de cartel, el SPD acudió a las elecciones federales del 27 de septiembre de 2009 firmemente dispuesto a no repetir la experiencia de la Gran Coalición, pero inquieto por las pésimas intenciones de voto que le adjudicaban las encuestas. Merkel, aunque podía llegar a entenderse con Steinbrück, consideraba que el SPD había virado a la izquierda y ya no podía ser un socio de gobierno fiable, así que decidió apostar por una alianza tradicional con el FDP de Guido Westerwelle de cara a la próxima legislatura. La falta de gancho del vicecanciller y el deplorable espectáculo de desunión, si no de caos, que había dado su partido a lo largo de la legislatura se combinaron para hacer realidad la temida debacle: el SPD, con el 23% de los votos y 146 diputados en el Bundestag, 11,2 puntos y 76 escaños menos que en 2005, cosechó sus peores resultados en la historia de la República Federal, fundada en 1949.
3. Candidato a canciller del SPD en las elecciones de 2013
El 28 de octubre de 2009 tomó posesión el nuevo Gobierno Merkel de coalición entre la CDU/CSU y el FDP, y Steinbrück traspasó el Ministerio de Finanzas al democristiano Wolfgang Schäuble. Se abrió entonces en el SPD un período de convalecencia y reflexión que para Steinbrück supuso su baja voluntaria como vicepresidente y miembro de la Ejecutiva del partido o Parteivorstand, aunque no sin lanzar feroces dardos al ala izquierda por sus "experimentos" de asociación con Die Linke. Steinmeier, pese al batacazo personal, siguió en la brecha como jefe del grupo parlamentario en el Bundestag y líder formal de la oposición al segundo Gobierno Merkel. En cuanto a Müntefering, declinó presentarse a la reelección en el Congreso ordinario de noviembre, en Dresden, el cual escogió para presidente al ministro saliente de Medio Ambiente, Sigmar Gabriel, hombre muy próximo a Schröder. En la Secretaría General, Hubertus Heil dio paso a Andrea Nahles.
A lo largo de 2010 y 2011, Steinbrück, pese a que ya no era miembro formal de la cúpula del partido y sólo un diputado del Bundestag (por primera vez en su carrera, representando a Renania del Norte-Westfalia), y pese también a que buena parte de su tiempo era reclamado por sus nuevas labores profesionales en el sector privado (como miembro del Consejo Supervisor del gigante siderúrgico Thyssen-Krupp, consultor empresarial, docente universitario y conferenciante, cobrando a cambio pingües remuneraciones y dando pie a un notorio absentismo parlamentario), se las arregló para mantenerse en la primera fila del candelero político. Es más, el ex ministro de Finanzas vino a conformar con Gabriel y Steinmeier una especie de triunvirato o troika de facto que consiguió enderezar al partido, luego de haber tocado fondo en la "catástrofe" electoral de 2009. Con el fin de "reconquistar el centro", hábilmente arrebatado por Merkel, los socialdemócratas probaron primero a marcar las distancias de las políticas económicas y sociales caras a la canciller, políticas de las que ellos habían sido en buena medida artífices y ejecutores entre 2003 y 2009, para luego aceptar como inamovibles reformas estructurales como el retraso de la edad de jubilación a los 67 años.
Algo parecido sucedió con respecto a la actitud adoptada por Merkel ante la gran crisis de la deuda de la Eurozona. Así, de vapulear la gestión por Berlín de las operaciones de rescate de los socios del euro con problemas de solvencia, en particular Grecia, y el énfasis machacón de la canciller en la austeridad presupuestaria, el SPD pasó a compartir la negativa tajante de Merkel a la emisión de eurobonos, muy impopulares en Alemania, y a ofrecerle colaboración para sacar adelante un tratado de la UE que estableciera la prioridad absoluta del control del déficit. Con ello, Steinbrück y sus colegas se apartaron un tanto del discurso del nuevo presidente socialista de Francia, François Hollande.
La oposición blanda de los socialdemócratas alemanes llegó a su cenit en junio de 2012. Entonces, sumaron sus votos, imprescindibles al requerir las medidas la mayoría de los dos tercios, a la aprobación por el Bundestag del Pacto Fiscal Europeo, firmado en marzo anterior por 25 gobiernos de la UE, y del nuevo fondo permanente de rescate de la Eurozona, el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE). La condición puesta por el SPD a Merkel para su luz verde al Pacto Fiscal fue que la exigencia por ley de la llamada regla de oro (no gastar más de lo recaudado y limitar los déficits públicos estructurales al 0,5% del PIB) se complementara con medidas concretas de control de los mercados financieros y de impulso al crecimiento y el empleo, como podían ser el gravamen sobre las transacciones financieras, la orientación de los fondos estructurales europeos a objetivos de crecimiento sostenible y la emisión de deuda europea vinculada a proyectos concretos (pero nunca en forma de eurobonos).
Detrás de esta notable componenda entre el SPD y la CDU estaba Steinbrück. En mayo de 2011 se especuló con que el político germano pudiera ser el sucesor europeo de Dominique Strauss-Kahn en la dirección gerencial del FMI, pero el puesto recayó en la también francesa Christine Lagarde. Inmediatamente después de este protagonismo, Steinbrück empezó a promocionarse de manera implícita como aspirante socialdemócrata a canciller en las elecciones federales de 2013. Ahora bien, los observadores también barajaban a Gabriel y, con menos posibilidades, al mismo Steinmeier, pese a su fiasco de 2009. El autobombo y los respaldos elogiosos de otras figuras del SPD, muy especialmente el veterano y respetado ex canciller Helmut Schmidt, fueron a más y el 28 de septiembre de 2012 el partido confirmó que su cabeza de cartel para batirse con Merkel iba a ser Steinbrück. El 1 de octubre Gabriel hizo oficial la nominación. El objetivo era regresar al poder montados en la coalición roji-verde que tan buenos resultados había dado entre 1998 y 2005.
Los últimos sondeos de intención de voto indicaban que la CDU/CSU seguía llevando una ventaja clara en la competición individual de partidos, aunque la extrema debilidad de su socio seguramente ineludible, el FDP, confería más posibilidades a un Gobierno bipartito del SPD y Los Verdes. Ahora bien, cuando se preguntaba a los encuestados por sus preferencias de canciller y coalición gobernante, la mayoría se decantaba por Merkel y, dato significativo, la Gran Coalición, justamente el tipo de pacto del que Steinbrück abjuraba y al que nunca accedería "fuera cual fuera" el resultado electoral, aseguró. El 9 de diciembre, en el Congreso extraordinario de Hannover, los delegados socialdemócratas respaldaron la candidatura de Steinbrück con el 93,4% de los votos. Con su estilo contundente habitual, Steinbrück manifestó su deseo de "luchar por un cambio de rumbo que lleve a un cambio de gobierno", gobierno que, no imaginaba otra composición, tendría que portar los colores rojo y verde.
Enarbolando las banderas de la "justicia social" y la regulación de los mercados financieros, el candidato opositor presentó un programa que incluía como puntos más importantes: una reforma fiscal con el objetivo de recaudar más dinero para invertir en educación y servicios públicos, y que se centraría en el aumento de la presión tributaria "a los ricos" con sendas subidas del impuesto sobre la renta (hasta el tipo del 49% para los solteros con rentas anuales superiores a los 100.000 euros y para los matrimonios con rentas de más de 200.000), el impuesto de sucesiones y la tasa sobre los beneficios de capital (del 25% al 32%), más la recuperación del impuesto sobre patrimonio; en relación con lo anterior, un énfasis en la persecución del fraude tributario y la evasión fiscal; la introducción de un salario mínimo interprofesional de 8,5 euros la hora; la superación de la brecha salarial entre hombres y mujeres, que deberían cobrar lo mismo por ley; nuevas medidas para consolidar la reestructuración del sector bancario; la apuesta en firme por la nueva economía digital mediante el plan Industria 4.0; y la equiparación legal entre los matrimonios y las uniones civiles de personas del mismo sexo.
En cuanto a Europa, Steinbrück reprochó a Merkel su "doble juego" con respecto a Grecia y su "análisis sesgado" de la crisis de las economías del euro, que llevaba a Alemania a imponer a sus socios unas recetas de austeridad antidéficit demasiado rígidas. Un Gobierno suyo, prometió, estaría firmemente comprometido con el rescate financiero de Grecia, sin excluir ayudas adicionales, porque sin la asistencia solidaria a Atenas la defensa a ultranza de la integridad del euro no tenía credibilidad. El 31 de diciembre, luego de caerle un torrente de críticas por sus suculentos honorarios como conferenciante y fichaje empresarial de lujo, el aspirante socialdemócrata causó baja como miembro del Comité de Estrategias, Finanzas e Inversiones del Consejo Supervisor de Thyssen-Krupp.
Además del ya citado libro Auf der Höhe der Zeit, escrito en 2007, Peer Steinbrück es autor de otros dos ensayos: Unterm Strich (2010), donde sintetiza su pensamiento político y económico y sus propuestas para salir de la crisis; y Zug um Zug (2011), que recoge reflexiones sobre temas de actualidad formuladas conjuntamente con Helmut Schmidt. Ajedrecista consumado, en 2011 el político alemán fue nombrado doctor honoris causa por la Universidad Heinrich Heine de Düsseldorf (HHU)
(Cobertura informativa hasta 1/1/2013)